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Nacional

Robo de puntos

Ángel Enrique Dupuy

9/Febrero/2021

Los reyes en las épocas del siglo XVI querían tener la confianza de su pueblo para gobernar como “Dios quiera”. La trampa está en no dar a conocer la información verdadera y pasarla desapercibida ante la opinión pública. ¿as encuestas de Twitter pueden decir la verdad en tiempos electorales?

La imaginación llega a generar la conciencia de los súbditos del Rey. La mayoría no se imagina que hay detrás de las grandes paredes del palacio, solo describe, paradójicamente, lo que sueña o escucha. Las encuestas varias veces son ello, ya que dan a conocer la percepción del individuo acerca de algún acontecimiento o personaje relevante, en varias ocasiones, los encuestados cambian de opinión e inclusive, llegan a no mantener una consistencia en alguna preferencia vertida. Así fue como López Obrador cayó en 2006 ante el auge de la democracia de Felipe Calderón, pero también así fue como el antes opositor de la izquierda mexicana llegó a Palacio Nacional el primero de diciembre de 2018.

Es cierto que las grandes casas encuestadoras hacen hasta lo imposible por conseguir que exista una representación aleatoria de ciudadanos que permitan diagnosticar las necesidades, inquietudes y preferencias de las secciones distritales; no obstante, ello no significa que no existan los errores de la muestra o problemáticas al momento de levantar las encuestas. De hecho, no hay autor que se atreva a argumentar que una encuesta puede tener 0% de error, ya que ello diría que lo que dice la misma se debe cumplir a cabalidad en la realidad. Si ello fuera así, deberíamos consultar el “Almanaque de Volver al Futuro” y tener la habilidad extraterrestre de ser videntes en todos los resultados que cada encuesta dé.

Por otra parte, existe la posverdad en el mundo que rodea a las 126 millones de personas que viven actualmente en el territorio nacional (INEGI, 2021). Esta es definida como la “distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales” (RAE, 2021) y permite reconocer que existen ocasiones en las que los partidos políticos y gobiernos compran encuestas para crear la idea de que ellos son los verdaderos mesías para sus representados.

Esto es un robo de puntos, dado que les quitas la oportunidad a los ciudadanos de saber la realidad del país para favorecer a unos cuantos o a alguien en específico. Al final del día eso era lo que querían los reyes en las épocas del siglo XVI, tener la confianza de su pueblo para gobernar como “Dios quiera”. La trampa está en no dar a conocer la información verdadera y pasarla desapercibida ante la opinión pública. Casos hay muchos, pero la pregunta es ¿cómo identificarlos?

Las encuestadoras formales se basan en la estadística, en no caer en sesgos de autoselección, falsas variables o vagas formas de tomar las muestras. No se dejan influenciar por los enigmas de la engañosa democracia que incitan a creer todo lo que se observa en las redes sociales. Una encuesta hecha en Twitter sobre candidatos en específico nunca dará una imagen de semejanza de lo que pueda pasar al momento de la votación, una encuesta hecha en campo en donde los sondeados fueran coaccionados con dádivas tampoco dirá una realidad. Es fácil engañar a la gente en las redes sociales y, lastimosamente, ha sido la herramienta más fructífera en la historia de México para llegar al poder político, económico y social.

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