
Imagen propia / Imágenes del Universal, editada
Nacional, Opinión
Otro año, otro grito al silencio del Zócalo
Jorge A. Oropeza
16 de Septiembre de 2021
Pasó otro año, y el 15 de septiembre volvió a tener al santo de macuspana un grito sin multitud en el Zócalo. Esta semana reflexionaremos sobre el impacto de otro grito de independencia sin gente.
El siguiente texto es un artículo de opinión, el contenido reflejado es únicamente la opinión del autor y no representa ninguna afiliación política o postura del medio Coyote Informativo.
Esta semana en la jauría nos pondremos patrios, y es que en los menesteres de la política celebramos los 211 años del movimiento insurgente de la independencia mexicana. O al menos eso, según el movimiento de fecha gracias a Don Porfi (feliz cumpleaños, hasta tu tumba en París).
Lo que quizá desconcierta esta semana, es que es un ritual a medias. El famoso grito era una muestra de poder del jefe en turno, la fiesta de celebración a la nación que llevaba en frente un partido político. Era la cumbre del nacionalismo que se comenzó a crear en libros de texto con el cura Hidalgo calvito que todos recordamos de nuestro libro de 5to de primaria sobre “historia”.
Y sin embargo, pasamos otro año con un zócalo sin gente. Ni la magnánime maqueta que creó el santo de macuspana podrá llenar el vacío que se notó por el COVID-19. Y es que este vacío, aquí en la jauría, podría ser hasta simbólico. Las personas que faltan por la pandemia, la caída de la torre de Babel del presidente, la pérdida de lógica morenista, la falta de oposición... usted escoja la metáfora que más le guste de la selección.
Y es que algo nos queda claro, el ritual del presidente se llevó a cabo con sus protegidos: Sheinbaum, Ebrard, la no-soy-primera-dama, y el nuevo secretario de gobernación. Probablemente Olga quería un pozole verde y bueno, en la jauría conocemos a nuestro presidente y su afinidad a la comida tabasqueña, y probablemente por eso no se quedó para estas fechas.
A diferencia del año anterior, y creemos que, reflexionando en sus errores, dedicó en el presidente en su ritual nacional un minuto a las víctimas de COVID. Un acto que por lo menos deja ver que el presidente no es inmune al ojo público y sorpresivamente no tiene carbón en el corazón.
Algo que también destacó es que, a diferencia del año pasado, tanto el ministro presidente de la Suprema Corte como el secretario de defensa nacional hicieron aparición. Así, al menos simbólicamente, reforzando la imagen del presidente.
Y así, sin gran Coyote fiesta mexicana por COVID, cerramos la noche. Entre fuegos artificiales, proyecciones y un grito del presidente que parece sacado del libro de Carlos Cuauhtémoc: ¡Vivan la honestidad y el amor al prójimo!, se acabó la noche patria. En un país dónde vivimos una “tercera ola” con casos irregulares y sin fecha de caducidad y un clima político con poca pinta de diálogo democrático, no nos queda más que disfrutar un desfile militar y tomarse un tequila con el recalentado.