
Fuente: Forodemocrático.jurídicas.unam
Política, Nacional
No hay a quién irle
Gisela Ramírez
20 de Mayo de 2021
Las elecciones cada vez se aproximan más y conforme se agota el tiempo para tomar una decisión, la crisis de los partidos políticos es más evidente.
Se define como democracia al gobierno donde el poder recae sobre los ciudadanos y la forma de acceder a este poder es a través del voto de las mayorías. Durante las últimas décadas se ha adoptado la concepción de que la democracia es la forma de gobierno más justa e incluyente para los ciudadanos, principalmente porque, a través de este régimen se respetan sus libertades, se les permite acceder a una plataforma en la que son escuchados y atendidos y teóricamente hablando todos cuentan con las mismas oportunidades de acceder al poder. No obstante, la implementación de esta forma de gobierno ha levantado ciertas inconformidades mayormente porque quienes se encuentran en las cúpulas del poder han velado por sus intereses propios y los de sus allegados, en lugar de cumplir con su deber y buscar los intereses de la ciudadanía.
Cuando hablamos de democracia, solemos relacionarla con la política y cuando hablamos de política, es inevitable pensar en partidos políticos. Asimismo, pensar en estas fuerzas políticas nos remite a estrategias de guerra mediática y a escándalos de corrupción u otros delitos. Idealmente, los partidos políticos son el puente entre la ciudadanía y el Estado; su principal función es representar a los ciudadanos, sus inquietudes y sus intereses, desafortunadamente, la negligencia en su actuar y las prácticas corruptas han creado un clima hostil y de desconfianza entre los gobernados y estas instituciones. Actualmente, es posible percibir un gran descontento social respecto a los políticos y sus actuaciones, que poco a poco ha desencadenado en una crisis de legitimidad respecto a la democracia y ha generado un eterno dilema para la ciudadanía: ¿por quién votar?
Si bien, es una incógnita que se pueda resolver en un artículo porque todos los contextos son diferentes, vamos a abordar de manera superficial la actual crisis de los partidos políticos e indagaremos un poco en lo que nos toca hacer como ciudadanos para combatirla.

Fuente: políticaexterior.com
La crisis que están atravesando los partidos políticos se debe principalmente a tres factores: la desideologización política, la pérdida de un proyecto a largo plazo y los escándalos mediáticos de los que sus integrantes son parte. Como consecuencia de estos factores, la ciudadanía siente desconfianza respecto a estas fuerzas políticas, rechaza entablar un vínculo con estas y como no se siente representada por estos entes, han optado tanto por la creación de nuevos partidos políticos o como por buscar una candidatura apartidista.
Para comenzar a desglosar esta crisis es preciso abordar los factores previamente establecidos, comenzando con la desideologización política. Esta se refiere a que los partidos políticos han ido perdiendo su ideología y al mismo tiempo su esencia. Si en la teoría se estudia que los partidos políticos son una plataforma para atraer gente con convicciones afines, con la renuncia a las ideologías establecidas en un principio, se pierde el objetivo de tener un partido.
En segundo lugar se encuentra la pérdida de un proyecto a largo plazo, que significa que los partidos no tienen establecidas metas a futuro, sino que proponen proyectos e ideas que sean populares en campaña, pero que no se les busca dar continuación en cuanto termina el periodo de gobierno.
Por último, se encuentran los escándalos en los medios de comunicación, que se pueden describir como las acciones controversiales -o ilegales- que miembros de los diversos partidos llevan a cabo creyendo que no serán descubiertas y eventualmente salen a la luz dañando la reputación de los implicados y generando un clima de desconfianza y desaprobación de la ciudadanía

Diversos partidos políticos / Fuente: elsoldemexico.com
Al principio de este artículo se explicó de manera breve cómo funciona la democracia y para recapitular, podemos decir que se trata de un sistema de gobierno donde la mayoría de la ciudadanía toma las decisiones a través del voto. Si bien, la definición del libro discrepa un poco de la realidad -en el sentido de que las opciones a elegir son dictadas en su mayoría por los partidos políticos- se trata de una forma de gobierno donde es vital tener un rol activo como ciudadanía en la toma de decisiones de nuestro entorno.
Actualmente, es muy común escuchar quejas y reclamos sobre la actuación de los gobernantes -ya sean actuales o anteriores-, pero la paradoja de la democracia es que para que funcione no solamente se trata de ir a votar el día de las elecciones y desentendernos el resto del tiempo, sino que requiere de tiempo y esfuerzo que le invirtamos como ciudadanos para conocer a nuestros candidatos -o en su defecto gobernantes-, conocer sus diversos planes, propuestas y proyectos e informarnos respecto a su trayectoria política para tener un mejor panorama de lo que ha hecho y a partir de esta información dimensionar lo que hará -o no hará- durante su gestión.
Si bien, ser ciudadanos críticos y evaluar de manera constante el trabajo de nuestros gobernantes, nuestra labor no termina ahí, también tenemos que proponer y exigir los cambios necesarios para lograr un gobierno que vele por los intereses de todos los ciudadanos.

Fuente: sistemafibra.org.br
A manera de conclusión, es importante reconocer que si bien, no siempre estamos de acuerdo con las diversas fuerzas políticas, es necesario tener un rol de ciudadanos activos, en aras de alcanzar la transparencia y la rendición de cuentas por parte de nuestros gobernantes. Es importante recordar que el primer paso para ser un ciudadano políticamente participativo es ejercer nuestro derecho al voto de manera informada, ya sea a través de noticias, redes sociales o las herramientas que distintos organismos -universidades, asociaciones civiles, dependencias de gobierno- ponen a nuestra disposición, interesarnos por la política de nuestros estados, municipios y comunidades, perderle el miedo a acercarnos a nuestros gobernantes e involucrarse con ellos y dejar ir la apatía a la política; ya que, si queremos un México de cambio, el cambio tiene que iniciar con nosotros.