
Fuente: El Economista
Coyote Nacional, Política
México puso la alfombra roja al dictador de Cuba, pero es poco probable que lidere un bloque de izquierdas
Nicole Huerta Herbosch
21 de Septiembre de 2021
La creciente relación del presidente López Obrador con la dictadura cubana y el ser anfitrión este fin de semana de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), está alimentando las especulaciones de que México podría convertirse en el nuevo líder de un bloque de izquierda latinoamericano.
López Obrador recibió al dictador cubano Miguel Díaz-Canel como invitado especial para hablar en las ceremonias del 16 de septiembre por el 200 aniversario de la independencia de México. Eso fue una bofetada a la democracia, los derechos humanos y la dignidad de México.
Y durante el fin de semana, México acogió la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que López Obrador había dicho anteriormente que trataría de sustituir o transformar radicalmente la Organización de Estados Americanos, con sede en Washington. López Obrador sugirió que la OEA es un “títere” de Estados Unidos y que debería ser sustituida por una alianza regional más independiente.
Pero no hay dinero ni fuerza política entre los gobiernos de izquierda de América Latina para revivir el impulso del fallecido autócrata venezolano Hugo Chávez de crear un bloque regional “antiimperialista”, independientemente de que lo lidere México o cualquier otro país.
México depende de Estados Unidos para casi el 80% de sus exportaciones y para más de 40.000 millones de dólares al año en remesas familiares estadounidenses, una de sus mayores fuentes de ingresos. Sólo por eso, a México le resultaría difícil desafiar seriamente las políticas estadounidenses en la región.
Además, la presidencia rotativa de México en la CELAC, un bloque regional que ha excluido a Estados Unidos y que exige el fin del embargo comercial de Washington a Cuba, termina en unos meses. Y otros países de la región gobernados por la izquierda están en bancarrota o demasiado divididos políticamente para liderar cualquier bloque regional.
A diferencia de lo que ocurrió en la década de 2000, cuando los precios del petróleo estaban en máximos históricos y el venezolano Chávez lideraba una poderosa alianza de izquierdas, ese país está atravesando su peor crisis económica y humanitaria de la historia reciente; Brasil -el mayor país de la región- ha virado hacia la extrema derecha; y el gobierno de centro-izquierda de Argentina atraviesa una importante crisis política.
En el último momento, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, canceló su viaje a México para asistir a la cumbre de la CELAC del 18 de septiembre, tras una pelea pública con su poderosa vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Ella ha culpado a Fernández de la enorme pérdida electoral de su partido en las elecciones primarias del 11 de septiembre.
Pero México se vio obligado a rebajar drásticamente su plan de buscar una resolución de la CELAC para sustituir a la OEA tras no conseguir el apoyo de la mayoría de los países latinoamericanos. Sólo Venezuela -cuyo líder, Nicolás Maduro, se presentó en la cumbre-, Cuba, Nicaragua, Argentina y Bolivia apoyaron la propuesta de México de disolver o sustituir la OEA.
La idea probablemente no tuvo éxito, porque la CELAC existe sobre todo en el papel. No tiene sede, ni personal, ni financiación. No incluye a Brasil, Canadá o Estados Unidos, algunos de los actores más poderosos del hemisferio.
En comparación, para bien o para mal, la OEA tiene un presupuesto anual de 80 millones de dólares, una plantilla de 400 personas, una Corte Interamericana de Derechos Humanos con sede en Costa Rica y varias agencias. Se necesitarían décadas para sustituir estas instituciones.
Lo más probable es que López Obrador haya intensificado su retórica a favor de Cuba y de la CELAC por razones políticas internas. Como señaló Castañeda en un artículo de la revista Nexos, el presidente mexicano es un izquierdista de la vieja guardia que ha salido del armario con respecto a Cuba y que quiere ganar puntos con su base izquierdista en casa.
Por supuesto, no podemos descartar la aparición de un bloque de izquierdas de naciones latinoamericanas en el futuro. El sueño de muchos admiradores de la dictadura cubana es que, tras la reciente victoria del presidente de extrema izquierda Pedro Castillo en Perú, Chile elija un líder de izquierda en sus elecciones presidenciales del 21 de noviembre, Brasil y Colombia elijan candidatos de izquierda en sus elecciones de 2022 y el gobierno de Argentina pueda superar de alguna manera su actual crisis.
Pero, incluso en el improbable caso de que todas esas cosas se cumplan, a finales del año que viene López Obrador será un presidente cojo. Por el momento, no habrá ninguna “marea rosa” en la región, y mucho menos una liderada por México.