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Póster de la película. / Imagen de Animated Movie Posters

Cine, Entretenimiento

Hereditary, terror familiar

Fernando Roura

19 de Abril del 2021

Hereditary va más allá de dar miedo o no. Pero si están aquí buscando la respuesta a esta pregunta antes de verla, diré que… SI, Hereditary da miedo.

Me encanta estar escribiendo sobre esta película, pero a la vez reconozco que no va a ser tarea fácil (al igual que no lo es la película). Espero estar a la altura de las circunstancias. Para empezar: sí, soy consciente de que el encabezado no da por resultado la nota, tal vez no explica de lleno todo. Pero es que a veces, hay casos en que el resultado es mucho más que una simple suma de factores que pueden responder o no a los criterios que sigue la obra.

Es innegable que esta es una película que revuelve la mente del espectador. Sea en mayor o menor medida. Y es que el miedo en el cine, como bien sabemos y pese a que parezca que nos quieran obligar a olvidarlo, va mucho más allá de apretar el reposabrazos de la butaca a la espera del susto. Obviamente hay mucho más que esto, pero creo que este es un caso particular en esta modalidad. Ari Aster consigue que la maldad intrínseca contenida en las acciones de la película se vaya contigo a casa. Se mete bajo la piel, porque te has pasado dos horas respirando el aire que los personajes respiran. Intoxicándote de ella.

De hecho, en cuanto a referentes la película es bastante clara. No se avergüenza en absoluto de ser una descarada alumna de Rosemary´s baby. Sin embargo, las herramientas que usa para atemorizarnos son de nueva hornada. La conjunción de dos épocas y estilos cinematográficos construyen una película que, pese a lo referencial, sabe a nueva. Un nuevo clásico que anda de la mano de It follows, Babadook o The Witch. Siendo, de hecho, una mezcla conceptual de estas dos últimas.

Milly Shapiro. / Imagen de IMDB

Su base es cercana al tratamiento más clásico de The witch. La cocción se ejecuta a fuego muy lento. Las dos horas y seis minutos son aprovechadas al máximo en una construcción de hechos ordenados con una minuciosidad relojera en la que reside, posiblemente, el cincuenta por ciento de su poder de acción. Además, esta divide la película en dos tramos totalmente marcados con caracteres distintos. Eso sí, este fuego lento puede hacer que algunos, sobre todo los que esperaban otra cosa de ella, se atraganten y lleguen al segundo tramo con la mentalidad no predispuesta. Y es una lástima, y es que en ella es donde están la mayoría de fuegos artificiales. Pero no todos.

Alex Wolff. / Fuente: IMDB

La narrativa de Ari Aster es la que dota a la película no solo de efectividad, si no de ese halo de frescura que impide que caigamos en la sensación de ser víctimas de un nuevo revival. Esto ya se dejaba ver en sus anteriores cortos, en especial en The Strange Thing About The Johnsons, en el que no permite que todo el corto recaiga en la idea base, que ya de por sí es una locura, si no en su desarrollo. Un desarrollo tan orgánico que se hace extraño en una pantalla de cine. Falta de costumbre supongo. Pues esa es justamente la principal baza de Hereditary. La orquestación de sus elementos es milimétrica y un perfecto conductor de la emoción. Y de entre todo esto destaca una secuencia en concreto, cuya planificación es digna de, como mínimo, mención.

Núcleos familiares heridos de muerte, angustia social y la personificación del trauma, acompañados de un poderosísimo imaginario visual que consigue atraparnos con planos reacción de Toni Collette o la mirada distante de Charlie. Sus impactos no se basan simplemente en imágenes fuertes y desagradables, que las tiene, sino que consigue acercarnos el miedo a un plano personal a partir de hacernos cien por cien partícipes de las (des)vivencias de la familia. El ahondamiento en el trauma, y gracias a una soberbia Toni Collette, le otorga a la película momentos de una visceralidad aplastante.

Toni Collette. / Fuente: IMDB

Todo este apartado visual está creado desde herramientas, en su mayoría, muy terrenales. Elementos de la cotidianidad que acercan todavía más el miedo al espectador. El uso, por ejemplo, del set de la casa de los Graham es sublime. Generalmente su empleo es de carácter teatral y extremado. Al igual que lo es también una fotografía totalmente al servicio de lo sensorial, pero que a su vez consigue mantenerse continuamente en el plano de la realidad y la cercanía, para que la pesadilla se mimetice en este plano realista. Para que todo se sienta cercano y esa noche cueste algo más dormir.

¿Por qué creo que Hereditary es algo grande? Por qué, sin ser ni mejor ni peor que todas las anteriores mencionadas, creo que es el punto de inflexión en que todos los elementos del terror de nuestra época convergen y conviven. Ari Aster ha sabido (desconozco si de una forma consciente o por mera asimilación) asimilar todos los conceptos de nuestra década y construir con ellos la película que usar de perfecto ejemplo cuando en un futuro se hable de esta parte de nuestra historia. Tal vez me estoy pasando de grandilocuente. Porque está claro que esta no es una película para complacer a toda clase de públicos. Y eso no hace mejor ni peor ni a la obra ni al receptor. Sin embargo, sí que tengo una convicción muy firme en que las mejores obras son las que toman forma en el proceso de digestión, y yo llevo ya unos años digiriéndola sin poder dejar de pensar en ella.

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