
Pósters de Haunt. / Imagen de Marath
Cine, Entretenimiento
Haunt, vuelta a lo básico en el género
Fernando Roura
10/Marzo/2021
Haunt (La casa del terror), cinta que se estrenó el pasado Halloween, está escrita y dirigida por los guionistas de A Quiet Place (2018), Scott Beck y Bryan Woods, y producida por Eli Roth.
En estos tiempos de ese terror elevado, tan elevado a veces que se va flotando como un globo relleno de aire que se desinfla hasta perderse en el olvido, da gusto reencontrarse con una película de low horror. Esto no quiere decir de baja calidad, sino de bajos instintos: sin muchas más pretensiones que las de asustar y divertir. Eso es, sin duda, Haunt: un sencillo y eficaz ejercicio sangriento en la vieja escuela del slasher de toda la vida.
La película es una apuesta por la vuelta a un cine de terror simple donde es más importante la puesta en escena que tirar una catarata de efectos y subtramas. Cuando los listos amenazan con películas de terror que nos miran por encima del hombro, como diciendo: “esto no es una simple película de terror”, llegan productos como Haunt que se disfrutan, y mucho, porque son precisamente una “simple” película de terror.

Escena de Haunt. / Imagen de Slashfilm
Se trata de una laberíntica casa en las afueras, unos tíos con caretas de payaso, cuchillos, y poco más. Tampoco es que el argumento sea muy novedoso, desde Tobe Hooper con “La casa de los horrores” a principios de los 80, hasta Bobby Roe con sus dos entregas de “The Houses October Built”. En la actualidad, hemos visto películas en las que los jovencitos la pasan mal en casas de pesadilla.

Escena de Haunt. / Fuente: Variety
La cinta presenta claras influencias de importantes películas de género como La matanza de Texas del mismo Hooper, 31 de Rob Zombie (payasos asesinos on fire) o Saw de James Wan (las trampas de algunas de las habitaciones). Y con esto no estoy diciendo que Haunt sea un refrito de todas sus influencias, no, ya que precisamente el gran logro de la película es justo el contrario, el lograr tener una personalidad propia a pesar de beber de tantas fuentes.
A lo mejor, eso sí, Beck y Woods pecan un poco de pretenciosos invocando a grandes clásicos como fuentes de inspiración. Su puesta en escena es mucho menos exquisita y sin esa capacidad para evocar las miserias ocultas de su país con un ágil giro de motosierra, pero eso no quita que uno se lo pase de rechupete viendo a la tradicional cuadrilla de universitarios siendo reducida a pulpa por la mansión titular y por sus habitantes de cuerpo modificado. Así pues, uno no necesita elevaciones ni subterfugios pseudointelectuales para disfrutar del potaje y encontrar en él una significación de un género maltratado hasta la exasperación.

Escena de Haunt. / Fuente: IMDB
Se agradece también que el slasher al que viaja la película resulta sumamente respetuoso con sus personajes, haciendo incluso que no deseemos que la muerte acabe con sus muestras de estupidez como ocurre en otros tantos subproductos. Aunque la cinta no ahorre sangre y brutalidad, aparece filmada con un pulso que ya quisieran dominar muchos Wes Craven de la vida…
Así que, si dejamos a un lado los prejuicios, y nos centramos en acompañar a los mozos y mozas en su viaje macabro, veremos que Haunt da lo que promete: un festín de sangre con tintes ochenteros para pasar un muy buen rato en Halloween.
Y todo esto hecho desde la sencillez, sin escenarios rebuscados, ni efectos espectaculares, y con un presupuesto ajustado como corresponde a toda serie B.
Y, oigan, a mí me parece que les ha salido muy bien.