
El woodstock Méxicano. El festival de Rock y Ruedas de Avándaro Valle de Bravo. 1971. Foto: CONACULTA
Nacional, Cultura
El México del rock prohibido
Ángel Enrique Dupuy
13 de Juliode 2021
¿Quieres saber el por qué en México el rock es emblemático? ¿Qué es un hoyo funky u hoyo sucio? ¿Salinas el liberador del rock? Esta nota es para ti porque… “ya solo va a poder tocar, el hijo de Díaz Ordaz” (EL TRI)
“El Rock and Roll que se hace en México está al nivel del que se hace en cualquier parte del mundo, es igual de bueno o de malo, con la única diferencia que el nuestro es mucho más prendido; el rocanrol gabacho debido a la comercialización ha perdido su actitud rebelde y contestataria, mientras que el nuestro se ha mantenido como desde sus inicios: rebelde, honesto y, alejado de lo plástico y lo comercial (Alex Lora).” El rocanrol según Urteaga, es la fusión de varios estilos musicales negros y blancos en los Estados Unidos de América, entre ellos el blues, el rythm and blues y el country western (Urteaga, 1998: 68). Formado en 1954 con la aparición de “Bill Haley and his comets” pero con apogeo hasta 1958 gracias a Elvis Presley, el rock hizo su aparición en México, dado que los jóvenes se identificaron con las letras de sus exponentes (Urteaga, 1998: 70).
Asimismo, surgieron dos vertientes dentro del mismo género musical en el país, la primera llamada “el rock dominado”, el cual es un rock comercial y mercantil que tiene como objetivo satisfacer los intereses de las industrias y masas mediáticas de los jóvenes de la clase media/alta (Urteaga, 1998: 31). Por otro lado, surgió “el rock contestatario”, en donde los jóvenes y grupos nacientes utilizaban este género como método de protesta ante las represiones gubernamentales del sexenio de Díaz Ordaz y de Echeverría principalmente; este se basó en los grupos hippies, de folk americano y de protesta estadounidense por la guerra de Vietnam (Urteaga, 1998: 34). A este último se le llamó la segunda ola del rock en México y sus simpatizantes eran llamados “jipitecas” u “onderos” (Urteaga: 1998, 34). Entre sus máximos exponentes estarían “Botellita de Jerez”, “Three Souls in my Mind” -mejor conocido como El Tri-, los “Doug Dougs” y “Caifanes”. Sin embargo, al pasar por represiones, multas, persecuciones políticas y desestimación de sus obras por parte de las industrias musicales, esta generación del rock pasaría a los libros de historia como el liberalizador de las expresiones musicales en México.

Jim Morrison en México. Foto: México en imágenes-Rocks Off
Movimiento rockero de los sesenta y la tocada de “The Doors” en el Distrito Federal (DF)
A partir de 1966, la influencia de grupos como los Rolling Stones, Deep Purple, Led Zepellin y Yardbirds cruzó el Río Bravo y empezó a ser parte del folklore de la clase media del Distrito Federal. Aunado a ello, personas que residían en la colonia del Valle, la Narvarte, la Roma y, estudiantes del CUM y de La Salle iniciaron un movimiento “anti-niño-bien” o movimiento de la “onda”, en el cual se formaban grupos musicales y rituales en forma de tocadas (Urteaga, 1998: 78). Estas se desarrollaban en “cafés-cantantes”, en donde el uso de drogas, el sexo, el uso de pantalones entubados sin marca, la facha, las melenas y el lenguaje coloquial mexicano de las clases sociales bajas, mejor llamado “ñero”, formaba una identidad nueva (Urteaga, 1998: 82). Ergo, sería catalogada por el gobierno como sinónimo de rebelión, de revolución y de un rock no-comercial, ya que las canciones eran un método de protesta contra el gobierno.
Hubo un auge del mismo en Tijuana con “Tijuana Brass” de Javier Bátiz y Carlos Santana, en Guadalajara con “La revolución de Emiliano Zapata” y en el DF con “Three Souls in my Mind” (Urteaga, 1998: 89). No obstante, el gobierno de Díaz Ordaz, a través de los gobernadores estatales y el departamento del DF gobernado por el regente de hierro, Ernesto Uruchurtu, reprimió el movimiento. En 1965 le prohibieron la entrada a “Los Beatles” a México, más tarde, en 1966 el gobernador de Jalisco prohíbe las melenas; entre 1967 y 1968 en la Zona Rosa del DF hay redadas para cortar las melenas, se suscita el movimiento estudiantil del 68’ y con ello críticas gubernamentales en contra del rock contestatario (Urteaga, 1998: 84).
Para 1969 el alcalde de Acapulco prohíbe la entrada de hippies durante el verano y llega el primer concierto internacional de rock en México: “The Doors” de Jim Morrison (Urteaga, 1998: 85). El productor mexicano Mario Olmos había convencido a la banda para tocar cuatro fechas en la Plaza de Toros México, dado que el grupo estaba en la gira por su álbum “The soft parade” (Hemeroteca, 2020). Sin embargo, el gobierno de Díaz Ordaz no estaba nada contento con esta negociación, ya que, al haber pasado menos de un año de los acontecimientos del 2 de octubre de 1968, preveían que este tipo de conciertos masivos alteraría y envalentonaría a los jóvenes nuevamente (Hemeroteca, 2020). Por lo cual, Ordaz le ordenó a Uruchurtu no firmar el convenio con Olmos y el día de la firma el regente de hierro se inventó un viaje para no estar en las oficinas del departamento del DF (Hemeroteca, 2020).
Aquella problemática no detuvo la realización del concierto, Olmos negoció con el club nocturno “El Fórum”, ubicado en la colonia Del Valle, para poder realizar los conciertos (Hemeroteca, 2020). “The Doors” estaba en desacuerdo con esta decisión, ya que la capacidad del club solo era de 1000 personas; sin embargo, se les ofreció el pago de $20,000 MXN por adelantado y les “prometieron” tocar en el Auditorio Nacional para que aceptaran la oferta (Hemeroteca, 2020). Los boletos para cada día de concierto costaban $700 MXN por persona -incluía la cena-, el código de vestimenta era formal y, aunque la banda era conocida más por los roqueros contestatarios y las clases media-bajas del país, solo los “Juniors” eran los que económicamente hablando podían pagar los mismos (Hemeroteca, 2020).
A pesar de ello, fueron cuatro conciertos memorables entre el 28 de junio y el 1 de julio de 1969 y el hijo del presidente, Alfredo Díaz Ordaz, asistió a los mismos. Después de las presentaciones, la banda se iba al “Terraza Casino” en donde escuchaban y convivían con Javier Bátiz y, durante los cinco días que estuvieron en México, Alfredo también los llevaba a conocer diversos puntos turísticos del Distrito Federal (Hemeroteca, 2020).

Freddy Mercury en Puebla 1981, única tocada en México de Queen. Foto: Infobae
Festival de Avándaro y hoyos funkis
A pesar de que el gobierno mexicano y diversos medios como el canal 13 que consideran que los conciertos de la banda de Jim Morrison fueran subversivos, el 11 y 12 de septiembre de 1971, ya en la presidencia de Echeverría, se desarrolló en Valle de Bravo el “Woodstock” mexicano (Hemeroteca, 2020). Este festival fue convocado por empresarios de la industria de la música y la televisión con tal de hacer resurgir el movimiento de la onda rockera después de la matanza del jueves de Corpus (Hemeroteca, 2020).
Lo que antes era una pista de carreras en la localidad de Avándaro, se convirtió en el festival más emblemático de rock en México. 350,000 asistentes, drogas, sexo y alcohol por doquier, bandas como los “Doug Dougs” y “Three Souls in My Mind” tocando ante jóvenes de 14 a 23 años clase-medieros, de Vallejo, Pantitlán y de diversos estados con libertades cuasi-absolutas (Urteaga, 1998: 99). El festival fue todo un éxito, pero las consecuencias gubernamentales no se hicieron esperar. Echeverría ordenó vetar a los grupos de rock nacionales, la represión con cuerpos policiacos, la prohibición y clausura de los recintos en donde los rockeros tenían presentaciones en vivo y la propaganda negativa en donde se asocia el rock con las drogas (Urteaga, 1998: 102).
La época de la oscuridad roquera y represiva entre 1972 y 1986 fue llamada la “larga noche”; sin embargo, y a pesar de que esta prohibición estuvo vigente hasta la llegada de Carlos Salinas a la presidencia, el rock se siguió escuchando y viviendo de forma “ilegítima”, en lo que se denominan los hoyos funkis, mejor dicho, los hoyos groseros (Cerrillo, 2012:46-47). Estos eran comunas formadas por los “jipitecas” en las afueras de la Ciudad de México o teatros que estaban en desuso y que no tenían las condiciones higiénicas ni de consideración al público (Cerrillo, 2012: 47). Se encontraban en Nezahualcóyotl, La Raza, Portales, Azcapotzalco, Tlatelolco y Santa María la Ribera (Dupuy, 2020). Existía una tolerancia hacia la violencia y las drogas, pero eso no significó que la música terminara. Inclusive estos lugares vieron nacer al punk mexicano influenciado por “El Tri”, una gran cantidad de música de protesta, las ideas para hacer un tianguis cultural en los ochentas -el cual sería el Tianguis del Chopo-, la formación de los antros del rock y la consolidación del rock mexicano como un emblema latinoamericano (Cerrillo, 2012: 50).
Por otro lado, en “La Cervecería La Curva” que estaba en División del Norte esquina Avenida Coyoacán, el ambiente era diferente. Era un ambiente más de clase media y ahí se presentaría “El Tri” y “Cristal y Acero”. Además, la colonia San Ángel Inn se vestía de gala con su discoteca “Jubilee” en donde se presentaba “Sombrero Verde” –actualmente “Maná”- y “Ritmo Peligroso”.
Se podría argumentar que empieza la tolerancia -pero no el levantamiento del veto- hacia los grupos de rock mexicano con la creación del Tianguis del Chopo, en mayo de 1980 (Cerrillo, 2012:49). Ángeles Mastretta, Gerardo Pantoja y Jorge Estrada eran los directivos del Museo Universitario del Chopo y roqueros seguidores de la vertiente contestataria, fueron los que promovieron el tianguis y, con ello, el Aztlán para el rockero mexicano (Cerrillo, 2012: 52). Es por ello, que el rock mexicano se caracterizó por ser luchador de ideologías y libertades, dado que aunque los regímenes de Díaz Ordaz y Echeverría les pusieron una gran cantidad de trabas, el chavo de onda salió del agujero y consiguió su sueño: la libertad roquera y musical en México.
Actualidad del movimiento roquero
Para 1988, se hizo el primer concierto de gran magnitud en la delegación Benito Juárez. Vendría Miguel Ríos a la Ciudad de México y con ello una oposición al Estado autoritario del Partido Revolucionario Institucional que no quería liberalizar el país. Salas argumenta, como miembro de la estación de radio “Rock 101” que habían hablado con los organizadores antes del concierto con vistas a asegurar la seguridad en la Plaza de Toros México para que los “clásicos portazos” o personas que quieren entrar a la fuerza, no generarán un disturbio que impidiera el concierto (Salas, 2017). Sin embargo, quién primero lo impidió fue la lluvia, eso sí, Ríos no iba a dejar pasar la oportunidad de cantar en México y cuando hubo disminuido esta, el concierto se realizó a todo pulmón.
Después de dicho concierto en abril, las elecciones presidenciales más controversiales del siglo XX en México se llevaron a cabo. Carlos Salinas de Gortari ganaría las elecciones y tanto Porfirio Muñoz Ledo como Cuauhtémoc Cárdenas formarían el Partido de la Revolución Democrática. A partir del 1ro. De Diciembre de 1988, Salinas empezaría la apertura roquera en el país. La liberalización de las ideas, pensamientos y opiniones se permitieron y, con ello, el auge de la libertad de expresión y asociación.
Es así, como 32 años después, “Los Rolling Stones”, “KISS”, “Metallica”, “Paul Stanley”, “Motley Crue”, “ZZ Top”, “Judas Priest”, “Deep Purple”, “Van Halen”, entre otros han estado en los recintos más emblemáticos del país como El Palacio de los Deportes, El Foro Sol, El Estadio Azteca y/o “El Auditorio Nacional”. El escritor, en su adolescencia precoz asistió al último concierto de Miguel Ríos en México, conoció las canciones de “Scorpions”, “White Snake”, “KISS”, “Rod Stewart” y “Judas Priest” no solo por la radio, sino por los conciertos y el internet. Es así como va cambiando el paradigma mundial del conocimiento y las luchas revolucionarias por medio de la música. Hace 60 años, los mexicanos luchaban por obtener la música de una banda extranjera y, actualmente, estos luchan, para que no desaparezcan dichas bandas en un mundo globalizado y en donde el reggaetón empieza a absorber la música de América Latina.