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Biden vs Trump I: Las secuelas del primer debate presidencial
Mauricio Vázquez
1/Octubre/2020
Analizamos el resultado del caótico primer debate presidencial.
3 de noviembre, la fecha en boca de todos los norteamericanos. Conocido como “Súper martes”, es la fecha en la que se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. A 35 días de la convocatoria para asistir a las urnas, se llevó a cabo en Cleveland, el primero de tres debates entre los candidatos
que tienen posibilidades de obtener una mayoría de votos en el colegio electoral.
El presidente Donald Trump se enfrentó al exvicepresidente Joe Biden en una discusión que tomó formato de debate abierto, moderado por Chris Wallace, periodista y presentador de Fox News Media. Los temas abordados en el debate fueron: la Suprema Corte, la crisis sanitaria y subsecuente crisis económica provocada por el COVID-19, el racismo y la violencia civil, puestos en el centro del debate público con el movimiento Black Lives Matter, los programas de los candidatos para enfrentar al cambio climático y por último la legitimidad y confiabilidad de una elección donde el voto por correo adquirirá mayor relevancia.
Donald Trump llegaba con viento en contra gracias a una investigación del New York Times publicada el día anterior al debate, donde entre otras cosas, se revelaba que el actual presidente había pagado un total de $750 en impuestos sobre la renta en 2016, año en el que ganó la elección presidencial. Estas cifras contrastan con las de su rival, quien durante el año anterior pagó un total de $300,000 en impuestos sobre la renta.
Las cifras anteriores, que en sí mismas merecen un análisis aparte, enmarcaron las posturas iniciales de los candidatos presidenciales donde Biden interpretando el papel de político moderado, no le asestó correctamente al presidente todos los “golpes” que pudo. Trump, en su papel usual, se encargó de desacreditar agresivamente cualquier argumento con respuestas que nunca derivaron en algo sustancial. Con estas posturas, fue imposible para los candidatos llegar a estar de acuerdo en tan si quiera alguno de los temas abordados en el debate.
Al finalizar el debate, ambos fueron criticados, sin embargo, a cada uno le achacaron diferentes motivos: A Trump se le criticó, incluso dentro de su propio partido, dado que no fue tajante a la hora de condenar las acciones de grupos de supremacistas blancos. Por otro lado, a Biden se le criticó no ser Bernie Sanders, o más bien, se le criticó ser Joe Biden, un exceso de pragmatismo, sin meter nada de visión impiden que se le deslinde de la perspectiva de político del sistema en la que se le ha encasillado.
Medios de comunicación de todo el mundo avalan que se trató de un debate caótico, que estuvo marcado por las interrupciones que ambas partes, pero particularmente Biden, sufrieron a manos de su rival. En este punto, el moderador Wallace tuvo que entrar consistentemente a recordarles a los candidatos las reglas de debate que sus respectivas campañas habían acordado. El papel que asumió el moderador no fue bien recibido por Trump, quien dedicó un tweet para denunciar, lo que desde su punto de vista era un sesgo en favor del candidato demócrata.
Está comprobado que ambos candidatos exageraron sus declaraciones en diferentes momentos del debate. Esto sólo terminó por convertir al primer debate presidencial en una pelea personal donde pesaron más las opiniones subjetivas que los hechos objetivos. La aportación de lo que prometía ser un momento importante en el proceso electoral quedó rayando en lo marginal.
En el sentido más clásico, las campañas electorales deberían estar enfocadas en captar a los votantes indecisos, en estados donde hay más probabilidad de sumarles votos del colegio electoral y en ese sentido las conclusiones fundamentales que deja este debate son:
Donald Trump ya no es el outsider que contendió en 2016, por lo que, para él sería recomendable reconsiderar su estrategia de comunicación política buscando debatir más con los actos que ha materializado su administración que con descalificaciones personales. Debe ser más claro a la hora de transmitir su mensaje.
Joe Biden estuvo a la altura del reto. Considerado como el ganador del encuentro deberá utilizar el impulso proporcionado por el debate para lograr lo que sólo otros 3 individuos han logrado en el periodo de la posguerra: frustrar las aspiraciones de reelección de un presidente norteamericano.
Sin embargo, no estamos viviendo una elección convencional, el caótico primer debate presidencial puede interpretarse como un síntoma de la patología más amplia que aqueja a la democracia norteamericana. Es posible que la discusión que vimos entre Trump y Biden, no sea más que la personificación del debate político que se vive en los Estados Unidos, uno de marcada polarización política, donde aparentemente se valora más a quienes nos dicen los que queremos escuchar en perjuicio de los que nos dicen la incómoda verdad que quizás deberíamos estar escuchando.
Finalmente, es importante notar que el desarrollo del debate ha llevado a la Comisión de Debates Presidenciales a revaluar el formato de este, planteando la posibilidad de cambiarlo para los próximos debates. Las siguientes ediciones del debate presidencial se llevarán a cabo el 15 de octubre a las 21 hrs. Hora del este y el 22 de octubre y 20 hrs. Hora estándar del centro.
Bibliografía
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