
Bienestar
Arte-sanía
Daniel Nuhar
27/Agosto/2020
Seguramente en algún punto de tu vida has escuchado la palabra: “artesanía” y seguramente también te has preguntado: ¿qué tiene de diferente con el arte “común”?
Pues bien, la respuesta corta es que el Arte o las piezas de Arte son “únicas e irrepetibles” (mmm…), y las artesanías son piezas comúnmente representativas de un lugar y de producción múltiple.
Comúnmente en México las artesanías son piezas hechas a mano, pintadas decoradas y principalmente representativas de un lugar de nuestro país. Si seguimos estrictamente esta diferencia, ¿porque hay quienes sí replican su arte y no es llamado artesanía? Un ejemplo de lo antes mencionado es el artista Jeff Koons, reconocido mundialmente por sus obras tan controversiales. Hace un año aproximadamente se presentó su exposición en el museo Jumex de la Ciudad de México, tuve la oportunidad de ver en persona sus esculturas con forma de cachorros de globo, monumentales y hechos de acero, su pila gigante de “plastilina” llamada “Play-Doh”. Realmente eran atractivas para el público y al final del recorrido se encontraba una tienda de regalos, donde habitualmente venden separadores de libros, folletos o fotolibros de la exposición completa.
Algo que llamaba mucho mi atención, fue ver estas “copias certificadas” de cerámica en distintos colores de su obra ya conocida “Puppy”, a corta escala claro está. Si traías un poco más de efectivo previsto en el bolsillo podías llevarte uno a casa. ¡Ahora mismo puedes comprar uno en Amazon!, por poco más de $1,700.00 mxn (mil setecientos pesos mexicanos).

Como ya dije, estas versiones son consideradas “réplicas” de la obra original, certificadas y parte de la marca del artista, quien intentó que su obra estuviera al alcance del público.
Pero ¿qué tiene de diferente una copia certificada a una artesanía? A simple vista solo parece jugar nuevamente la importancia del artista y de su carrera. Sucede que hemos aprendido por muchos años que las artesanías valen menos que el arte, que son hechas por grupos de personas y familias de origen indígena, que tras generaciones han sustentado a sus familias a través de sus piezas vendidas a un precio simplemente ridículo.
Desde pequeño me sentí atraído por diferentes piezas de origen oaxaqueño, pues fueron las que conocí en mis tempranos viajes, los colores vibrantes en sus alebrijes y el cromado brillante de su barro negro.
Hace un par de años tuve la oportunidad de fotografiar a Alejandro Fabian Ortega, creador de alebrijes en madera de ocote, tallados a mano. Él como muchos otros tiene sus piezas a la venta en el pueblo de San Martín Tilcajete en Oaxaca (México), me mostró gran parte de sus creaciones, me permitió fotografiarlas y me contó que él pertenecía a la cuarta generación en su familia que se dedicaba a producir y vender alebrijes. Además me platicó acerca de sus procesos, como ejemplo: el pigmento rojo que ven en la pieza, fue conseguido al moler cochinillas y nos da ese bellísimo tono, vibrante y terroso. Hasta el detalle más pequeño está cuidadosamente hecho.

Alejandro no estudió artes plásticas tampoco tiene grandes conocimientos de marketing y del cómo vender a gran escala su obra, pero no por eso es menos valiosa. La palabra “artesanía” infravaloró por muchos años el trabajo de miles de artistas alrededor del mundo, especialmente en América Latina.
Me gustaría compartirles una parte del poema “Los Nadies”, escrito por Eduardo Galeano:
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro
Y sueñan los nadies con salir de pobres
Que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;
Pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznitas cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba
Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada
Que no son, aunque sean
Que no hablan idiomas, sino dialectos
Que no profesan religiones, sino supersticiones
Que no hacen arte, sino artesanía
Que no practican cultura, sino folklore
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.”
Es hora de despertar y reconocer el talento que hay en las manos de nuestra gente, pues la técnica es impecable y una historia de generaciones conservando este arte, al igual que muchos otros, es igual de valioso que una escultura de 10 metros.
Así que, ¡consume el arte que tú quieras!, pero también consume de tus raíces y nunca más disminuyas el valor del trabajo de otro artista, no regatees y valora lo que tienes entre manos.