
Hombre vendiendo su voto. Fuente: Adiós al clientelismo político
Opinión, Política, Nacional
2018 o 2021
Ángel Enrique Dupuy
25/Febrero/2021
La política moderna ya no sigue solo a las seccionales partidistas, a los movimientos clientelares de un delegado o al encuadre directo si es que no querías perder un trabajo en el sector público. Aquí te decimos a quiénes siguen los electores en esta época de las redes sociales.
En 2018 México decidió escuchar las voces del cambio, la voz de una disidencia en contra del régimen priista del Grupo Atlacomulco y, por ende, de Enrique Peña Nieto. La política moderna ya no sigue solo a las seccionales partidistas, a los movimientos clientelares de un delegado o al encuadre directo si es que no querías perder un trabajo en el sector público, sino que se identifica con las narrativas propias y las visibles en las redes sociales. Actualmente, lo podemos identificar con algunos movimientos como el #MeToo, #RedAMLO, #FRENAAA, entre otros.
La narrativa se define como la conceptualización de ideas personales y/o colectivas con las cuales se identifica una persona, en esta se desenvuelve el revisionismo histórico que más le agrade, su forma de vida y el entorno que lo rodea. Al acotarlo para las redes sociales, se observa que los algoritmos le dan al usuario en bandeja de plata lo que quiere saber del mundo.
No importa que sea sesgado u politizado a favor de alguien, sino que es el gancho para que la persona consuma el contenido. Es así que, a partir de ellas el votante decide sus sufragios y, aunque reciba diversas dádivas de todos los partidos políticos es poco probable que caiga en el engaño momentáneo y decida, por propias convicciones, su veredicto.
Ello no significa que la narrativa cambie o las decisiones se queden estáticas. Parte de los votantes que eligieron al presidente Andrés Manuel López Obrador en 2018 fue por el hartazgo de los mexicanos de ver altos índices de corrupción, agua como medicinas para niños con cáncer o desfalcos que no se podían ni esconder como “La Casa Blanca” o el Ferrari que Javier Duarte le regaló a Lozoya. Sin embargo, ello no significaba que los votantes a favor del ahora presidente fueran caudillos de hueso colorado. Es cierto que en algunos municipios de la República Mexicana MORENA no necesitó ni hacer campaña para que sus diputados fueran elegidos por mayoría relativa, pero el hechizo acabó ahí.
Las narrativas de los votantes cambiaron al igual que con Trump el año pasado, ya que el votante no quiere elegir a la persona en contra de la corrupción vista hace 3 años, sino la que le permita sobrevivir a la pandemia, tener la vacuna en contra de la COVID-19 y aumentar su riqueza. Las élites políticas se aprovechan de la situación para promocionar sus promesas de campaña, prometen vacunas, incentivos económicos para las clases bajas y medias, infraestructura hospitalaria, cobijas y hasta ventiladores mecánicos. Paracetamol en caso de tener síntomas u obtener recursos económicos para comprar tanques de oxígeno a nombre de la persona candidata.
Todos los partidos políticos necesitan que sus votantes crean en sus ideales y, una de las mejores herramientas para ellos son las redes sociales. Las promociones por ley electoral y la pandemia ya no se podrán hacer con mítines con mucha gente o casa por casa sin las medidas de sanidad, por lo tanto, si estos quieren sobrevivir, las redes sociales son la opción. Los algoritmos permiten generar conexiones o cámaras de eco consolidadas y productivas para ganar votantes blandos con solo dar un clic y pagar la publicidad. ¿Quién no lo usaría?
La narrativa de redes sociales logra incentivar a más gente a votar por un partido político si este último genera propuestas en pro de la sociedad de 2021. La información que se ve en el internet se internaliza como narrativa propia y la cámara de eco se sale de la pantalla del ordenador para estar ahora, en las conversaciones familiares u entre amigos, vecinos o la comunidad misma. ¡Qué ganga a solo unos cuantos pasos del candidato!